Lent: Day 3

Remember that our lives depend on God. Recordemos que nuestra vida depende de Dios.

Let perseverance be perfect, so that you may be perfect and complete, lacking in nothing.

– James 1:4

One of the predominant messages in our culture is that if you work hard enough, good things will happen to you. It’s an idea baked into the very fabric of the American dream. For many, that becomes a reality. For others, the dream remains elusive.

The truth is that there will come a time in everyone’s life which shatters illusions about control, like an unexpected illness, the sudden death of a loved one, the loss of a job, or a broken relationship. As difficult as these circumstances can be, with the eyes of faith they can become occasions to remember that we depend on God for our blessings and for help in our trials. The good news is that God is totally dependable.

Take time to meditate today on the words from the Letter of St. James: “…all good giving and every perfect gift is from above, coming down from the Father of lights…” (James 1:17

Uno de los principales mensajes en nuestra cultura es que, si uno trabaja lo suficientemente duro, le suceden buenas cosas. Es una idea hilvanada en el propio tejido del sueño americano. Para muchos, eso se convierte en realidad. Para otros, el sueño permanece inalcanzable.

La verdad es que llegará el momento en la vida de todos en que se destruyen las ilusiones sobre el control, como una enfermedad inesperada, la muerte repentina de un ser querido, la pérdida de un trabajo, o el rompimiento de una relación. Tan difícil como parezcan estas circunstancias, con los ojos de la fe pueden convertirse en oportunidades para recordar que dependemos de Dios para recibir nuestras bendiciones y ayuda en esos momentos de prueba. La buena nueva es que Dios es alguien en quien definitivamente podemos depender.

Tome su tiempo para meditar hoy en las palabras de la Carta de Santiago: “son las cosas buenas y los dones perfectos los que proceden de lo alto y descienden del Padre que es luz…” (Santiago 1:17)