En la catedral, donde vivo, con frecuencia me detengo a orar en la capilla al aire libre de Nuestra Señora de Guadalupe, que da a la autopista US 101.
Al estar rezándole a Nuestra Señora y mirando los automóviles que pasan abajo, me vienen a la mente San Junípero Serra y los misioneros. Hace tres siglos ellos recorrieron este mismo camino, dedicado a Nuestra Señora y llevaron la fe a la gente por toda la costa de California.
Estos días he estado orando y pensando mucho en Nuestra Señora de Guadalupe.
Ella fue enviada por Dios al pueblo de México en un momento de gran incertidumbre y agitación política. En aquel entonces, plagas y terremotos devastaban a la población, al igual que la violencia y los conflictos raciales y un sufrimiento e injusticia generalizados.
Da clic aquí para leer la reflexión completa del Arzobispo Gomez en Angelus News.