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Homilía

Martes de la décima semana en tiempo ordinario

“Por eso hoy tenemos que renovar nuestra misión. Necesitamos comprometernos una vez más a hacer de América una nación, una tierra de libertad y oportunidad para cada persona.”

-Arzobispo José H. Gomez

Mons. José H. Gomez
Arzobispo de Los Angeles

 

Catedral de Na. Sa. de los Angeles
Junio 9, 2020

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

En la Misa de hoy recordamos la vida de George Floyd ya que hoy se celebran sus funerales en Houston.

Pedimos a Dios Nuestro Señor que “brille su luz y que le conceda el descanso eterno” a George Floyd Y pedimos también que consuele a su familia y en especial a su hija pequeña.

Jesus nos dice en el Evangelio de hoy: “Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte.”

Pienso que tenemos que escuchar estas palabras como un mensaje para nuestro país y para cada uno de nosotros el día de hoy.

La muerte de George Floyd fue una dolorosa tragedia. Fue algo muy horrible. Nunca debió haber pasado.

Su muerte ha sido un triste recuerdo de que todavía tenemos un camino muy largo que recorrer en nuestro país para confrontar la desigualdad y el racismo que todavía sigue infectando a nuestras instituciones.

Los fundadores de nuestro país soñaron con una nación en la que los hombres y mujeres de cualquier raza, religión y nacionalidad puedan vivir en igualdad.

Hermanos y hermanas, nuestra responsabilidad es seguir construyendo esta ciudad construida en la colina.

Esta nación será siempre una “obra en proceso.” Nuestra historia no es perfecta. No siempre hemos vivido al nivel de nuestros valores fundamentales o nuestros grandes ideales. Todos lo sabemos.

Por eso hoy tenemos que renovar nuestra misión. Necesitamos comprometernos una vez más a hacer de América una nación, una tierra de libertad y oportunidad para cada persona.

Dios no ve que seamos de piel negra o blanca. Dios solo ve a sus hijos e hijas. Y nos ama a cada uno, sin importar el color de nuestra piel.

Como Cristianos, Católicos, necesitamos compartir esta verdad con nuestra sociedad. Jesus nos enseñó a rezar el Padre Nuestro. Lo que significa que todos somos hermanos y hermanas, cada uno de nosotros es un hijo, una hija de Dios, creados a su imagen y semejanza.

En la primera lectura de hoy, el Profeta Elias le pide a la viuda pobre que confié en Dios. “No temas” “No tengas miedo”, le dice a ella.

Y nosotros tampoco debemos tener miedo. Dios está con nosotros. Pidámosle que nos de fortaleza y sabiduría.

Dios nos llama a ser luz para nuestros contemporáneos.

Necesitamos permanecer unidos y caminar juntos como hermanos y hermanas. Necesitamos fortalecer a nuestras familias, dar esperanza a nuestros hijos.

Necesitamos crear una cultura de virtudes y comunidades con compasión y cariño, en las que todos disfrutemos nuestra humanidad común.

Jesus nos dice hoy “Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres”

Que así sea para cada uno de nosotros. Llenemos nuestras vidas de buenas acciones y de obras de misericordia. Demos gloria a Dios y hagamos de América la gran ciudad en la colina.

Que Maria, nuestra Madre Santísima, nos guíe por los caminos de paz y de comprensión.