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EL ÓLEO QUE TE HACE CRISTIANO

La palabra que refleja la identidad más profunda de Jesús es “Cristo”. No se trata de un nombre, sino de un título. La palabra griega Christos es traducción de la palabra hebrea moshiach o mesías. Todas esas palabras significan “el Ungido”. Cuando llamamos a Jesucristo, apelamos al hecho de que Nuestro Señor está ungido.

A lo largo de toda la Biblia, la unción significa la aplicación de aceite al cuerpo de alguien. A veces, esto hace referencia a un simple cuidado personal (Lucas 7, 46). Pero la mayoría de las veces tiene el significado de una consagración especial.

Los reyes eran ungidos (1 Samuel 9,16).

Los profetas eran ungidos (1 Reyes 19,16.

Los sacerdotes eran ungidos (Éxodo 40,15).

Las personas que habían sido ungidas eran apartadas para una tarea sagrada. Estas personas habían experimentado un cambio y una preparación divina y fundamental para su misión. A través de la acción de la unción, Dios les había otorgado una parte de la santidad que es algo divino por naturaleza.

La unción de Jesús fue más radical. Él no fue ungido con óleo, sino con el Espíritu Santo (Lucas 3,22; 4, 18-21).

Y esa es la unción que él ha compartido con todos los cristianos a través de los sacramentos.

El día de hoy, el Arzobispo José Gómez celebrará la Misa Crismal en Los Ángeles. Esta liturgia se lleva a cabo todos los años durante la Semana Santa y es un momento importante para la vida de la Iglesia local. Durante la Misa Crismal, los sacerdotes católicos renuevan las promesas que hicieron en el momento de su ordenación. Prometen respetar y obedecer a su obispo y vivir la vida casta que es propia del clero.

Pero la Misa Crismal recibe su nombre de otra acción que sólo ocurre en este día. Durante un rito especial, el arzobispo bendecirá tres diferentes óleos para ser usados en los sacramentos. Él bendecirá el santo crisma, el óleo de los catecúmenos y el óleo de los enfermos. El primero se usa en los sacramentos de confirmación y en el de las órdenes sagradas. El segundo se usa en el bautismo. El tercero se usa para ungir a las personas que están enfermas o debilitadas.

Después de la Misa Crismal, estos óleos se distribuirán a todas las parroquias de la arquidiócesis. Cuando el arzobispo envía ahí los óleos, renueva simbólicamente su conexión con cada una de las parroquias que están bajo su cuidado. A través de esos óleos, él participará en miles de momentos sacramentales durante todo el año. Él estará allí con el sacerdote que visita la cama de hospital de un feligrés. Él estará presente, con el diácono que bautiza a un bebé. Él estará allí para acoger a los adultos conversos que son confirmados en la Vigilia Pascual. En todos estos sacramentos, el clero aplica los óleos, ellos son los que ungen. Y así crean cristianos y fortalecen la identidad cristiana, de una manera que guarda fidelidad a la raíz del significado de la palabra unción. Ellos transforman a cada cristiano en otro Ungido, en otro cristo.

La Misa Crismal es un momento hermoso durante el cual la unidad de la Iglesia —clero y laicos— es más visible. Tenemos muchas unciones, pero “no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu… un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Efesios 4, 4-5).

“Ustedes tienen esa unción que viene del Santo y… en ustedes permanece la unción que recibieron de Jesucristo (1 Juan 2,20, 27).