arrow-left-s arrow-left arrow-right-s arrow-right arrowhead-downarrowhead-upchurch couple facebook instagram logo-icon payment searchtwitter white-chevron-upyoutube

POR QUÉ SE USAN PALMAS?

¿Por qué el Domingo de Ramos la gente lleva palmas en la mano en la iglesia?

Hacemos esto para recrear una escena del Evangelio. Es una recreación de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.

Cuando el Señor entra ahí, montado en un burro, se junta una “gran multitud”. Ellos “extendían sus mantos por el camino”. Algunas personas “cortaban ramas de los árboles y las tendían a su paso”. (Ver el Evangelio de hoy, tomado de Mateo 21).

Ese pasaje nunca habla de palmas y hay parroquias de muchos países que usarán ramas de sus propios árboles nativos: por ejemplo, sauce u olivo.

El tipo de árbol no importa. Lo que importa es lo que la gente estaba haciendo en aquel entonces: Estaban tratando a Jesús como rey.

Cuando un rey venía a visitar una ciudad, su pueblo quería asegurarse de que se sintiera acogido. Así que de seguro se acercarían a los caminos por los que viajaría el rey, rellenando los baches. Allanarían la calzada, para que su viaje fuera agradable y no pedregoso.

Ahora bien, los judíos del primer siglo estaban a la espera de un rey: el Mesías o el “Ungido”, y lo habían estado esperando por siglos. Según una antigua tradición, el Mesías sería revelado durante la fiesta de Pascua.

De acuerdo a lo que dijo el profeta Isaías, el pueblo de Dios tenía que prepararle a él el camino que habría de recorrer: “Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane”. (Isaías 40, 4; Lucas 3, 5).

Había una gran multitud en Jerusalén ese día porque era la Pascua. Todo parecía estar alineándose y Jesús se parecía mucho al Mesías que ellos estaban esperando. Él realizó grandes milagros, sanó a los enfermos y alimentó a los hambrientos. Y era un maestro fascinante.

Entonces la multitud recubrió con mantos y ramas el camino que él había de recorrer. Querían amortiguar las pisadas de su burro. Al mismo tiempo, lo aclamaron como rey, cantando: “¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!”.

El problema fue que la tierra santa ya tenía reyes, cuatro, para ser más exactos. Se les llamaba “tetrarcas” y eran herederos del rey Herodes, el Grande. Pero en realidad, eran títeres pues todo el territorio del antiguo Israel era ahora parte del Imperio Romano y el emperador Tiberio era el único rey con verdadera autoridad.

Por lo mismo, la manifestación del Domingo de Ramos fue inquietante para todos los que tenían un puesto de autoridad. Fue algo que pareció poner en tela de juicio todo el orden mundial. Era una amenaza incluso para el orden sagrado, ya que los sumos sacerdotes asumían su cargo según la voluntad de los poderes seculares.

El verdadero significado de este acontecimiento es revelado en el último libro de la Biblia. Allí, en una visión del cielo, Jesús aparece como “Rey de reyes y Señor de los señores” (19, 6). Ante él se encuentra, una vez más, “una muchedumbre inmensa” (Apocalipsis 7, 9). Pero ésta incluye hombres y mujeres no solamente de Jerusalén, sino de” de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas”. Y todos “llevaban palmas en las manos”.

No hay mejor imagen de la Iglesia, de esa Iglesia cuyo nombre de católica, proviene de la palabra griega que significa “universal”.

Entonces con la Iglesia adoptamos una postura, lo hacemos simbólicamente el Domingo de Ramos, pero concretamente todos los días.